La moda en los años 70

A mí me pilló por poco,  pero confieso que llegué a usar pantalones acampanados, camiseta ceñida, zapatos con plataforma y me dejé el pelo largo, aunque juro que jamás llevé un cinturón con hebilla de cabeza de león, ni un peine en el bolsillo trasero, ni un medallón sobre el pecho, eso sí que no... Era la moda de aquel tiempo, y aunque vista desde lejos podría considerarse bastante hortera, en su momento casi todo el mundo vestía de esa forma, al menos las clases populares. Los que eran de clases sociales más altas solían llevar aquellos Levi’s llamados popularmente “piel de melocotón”, mocasines Wrangler y un polo Lacoste; se les conocía como  popularmente como pijos, y puede que en Rubí, Cerdanyola o Terrassa no hubiera muchos, pero en Sant Cugat, debido a su carácter residencial, había bastantes. Este grupo social, coloquialmente nos llamaban “Charnas” al resto, una palabra derivada de charnego, un adjetivo que se usó en los inicios de la emigración a Cataluña para definir a las personas que procedían de una región de habla no catalana.

Nuestra forma de vestir no era un estilo elegido al azar, sino era la forma en que vestían la mayoría de nuestros ídolos musicales, cinematográficos o deportivos, era la moda imperante, sin duda. Fue un gran cambio, puesto que en los sesenta la gente  llevaba traje, corbata y el pelo bien arreglado, y los colores eran neutros, básicamente el gris, el negro y el blanco. Sin embargo, nuestra moda fue la explosión de los colores, cuanto más chillón más molaba. Entre las chicas se impuso la minifalda y también fue el inicio de que ellas también empezaran a usar pantalones. Y también fue la época en que se popularizó el uso del bikini, aunque en otros países europeos como Francia o Inglaterra ya se usaba desde hacía tiempo. Poder ver a las chicas en bikini era algo increíble, ya que veníamos de un tiempo donde la represión sexual y la desinformación era lo habitual.

 Fue una revolución total, un cambio que dejaba atrás el clasicismo imperante y que aunque siempre tuvo la etiqueta de “hortera” fue un soplo de aire fresco, aunque sólo fuera por los colores que llenaron nuestros armarios en aquel país de tonos grises que éramos.